
De ahí salió Franco para la famosa entrevista con Hitler en la estación de Hendaya. En el palacio, en el comedor de los duques de Bailén, fue donde Franco dio, en julio de 1945, un importante giro a su política para intentar amoldarse a la nueva situación internacional. Cuando Mussolini ya había sido fusilado y colgado, Hitler se había suicidado en Berlín y la derrota del Eje era una evidencia, Franco hizo varios gestos de aproximación a los aliados, con la esperanza de que éstos olvidaran sus antiguas posiciones: uno de esos gestos fue la remodelación de su gobierno.
Mucho más tarde, en 1967, y con una España admitida en todos los foros internacionales, fue en Aiete donde Franco designó personalmente a los 40 miembros vitalicios del Consejo Nacional del Movimiento, que, desde entonces, serían conocidos como Los Cuarenta de Aiete. También fue durante su estancia en Aiete, cuando Franco estuvo a punto en dos ocasiones de ser víctima de sendos atentados minuciosamente preparados por los anarquistas, de los casi 40 que intentaron llevar a cabo contra el general.
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